He leído alguno, la verdad es que no muchos y desde luego no todos de temática fantástica. Recuerdo sobre todo dos de ellos. Uno es de la época en la que comenzaban a instalarse los primeros ordenadores personales en las casas: recuerdo que tenía la portada roja (no me preguntéis el título) y una ilustración de un monitor monocromo, si no me falla la memoria. Había que insertar códigos y cosas así, claramente enfocadas a fomentar el gusto por la protoinformática de aquel entonces.
Del segundo recuerdo más detalles así que debió de marcarme bastante más. Recuerdo perfectamente tirar mi dado de 6 caras, anotar los puntos de vida en una hoja y frustrarme bastante cada vez que moría y tenía que empezar la aventura de nuevo. Los señores de la muerte, de Douglas Niles, fue un librojuego de la serie azul de la colección de AD&D que publicó Timun Mas en España en 1988 aunque debió de caer en mis manos ya en los noventa. Estoy bastante seguro de esto porque, antes de leeerlo, ya conocía términos como puntos de vida y el hecho de ir avanzando con un personaje a medida que leía el libro.
Después de este, leí alguno más de las series azul y negra, que tomaba prestados de la biblioteca municipal, pero no guardo un poso especial de ninguno de ello salvo de Los señores de la muerte, que me lo debieron comprar mis padres en una visita a la papelería del barrio.
Así que, contestando estrictamente a la pregunta: no, no me inicié con los librojuegos. Mi prólogo rolero está formado por las partidas a Hero Quest (MB) con mi primo dos años mayor y, también, por las jornadas de rol que se organizaron en el invierno de 1992 en el colegio al que yo acababa de llegar. Todo junto seguramente comenzó a conformar en mi mente las ganas de dirigir partidas de rol.
Si queréis saber algo más sobre Los señores de la muerte, El Descanso del Escriba ya lo ha reseñado mucho mejor de lo que yo podría hacerlo.
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